Están constituidas por la piel, las mucosas y la liberación de
secreciones químicas.
Su función principal es bloquear o impedir la entrada de
patógenos.
Barreras secundarias
Constituyen la segunda barrera de defensa y entran en juego una vez que el
agente infeccioso ha sido capaz de atravesar las barreras primarias.
Su principal objetivo es luchar contra las infecciones locales e impedir que los
invasores se propaguen por todo el organismo.
Elaboran una respuesta inflamatoria inespecífica propia de la inmunidad
innata, estas defensas identifican cualquier tipo de agente patógeno y
responden de la misma manera frente a cada uno de ellos.
Barreras terciarias
Son capaces de reconocer al invasor y generar una respuesta específica, frente a un
antígeno en concreto, para neutralizarlo y eliminarlo.
Aquí es donde juegan un papel importante los linfocitos B, un tipo de glóbulo blanco, que
secretan anticuerpos, y las células dendríticas, como parte de la inmunidad adaptativa.