Desde el punto de vista epistemológico, Dewey consideraba que los conceptos en los que se
formulan las creencias son construcciones humanas meramente provisorias, pues tienen una
función instrumental y están relacionadas con la acción y la adaptación al medio. También
sustentaba una integración de acciones y afecciones. Frente a la versión contemplativa del
conocimiento clásico, sostiene la evidencia de una ciencia moderna experimentalista que trabaja con
datos y que da lugar al descubrimiento de un mundo abierto y sin límites. El principal concepto
relacionado con su teoría del conocimiento y tal vez el más importante de sus sistema filosófico es el
de experiencia.
Dewey sostenía una visión dinámica de la experiencia ya que constituía un asunto referido al
intercambio de un ser vivo con su medio ambiente físico y social y no solamente un asunto de
conocimiento. En este sentido, insistió en el carácter precario que presenta el mundo de la
experiencia: la distribución azarosa de lo bueno y lo malo en el mundo evidenciaba el carácter
incierto y precario de la experiencia. Esta precariedad de la experiencia conformaba la base de todas
las perturbaciones de la vida y era condición de la realidad.
Según Dewey, la educación es una constante reorganización o reconstrucción de la experiencia. El
objetivo de la educación se encontraría así en el propio proceso, por lo que estaría muy imbricada
con el propio proceso de vivir. Esta reconstrucción se añade al significado de la experiencia y
aumenta la habilidad para dirigir un curso subsiguiente de la experiencia. Esto supone involucrar a
los procesos educativos en el ámbito de los procesos sociales, en el seno de la comunidad
democrática. Por consiguiente, propone concebir a la escuela como una reconstrucción del orden
social mayor.
Otra contribución metodológica, en términos de estrategias de enseñanza, ha sido la organización de
la escuela como laboratorio, que le permitió a Dewey llevar adelante experiencias educativas para el
desarrollo de los valores democráticos, desde la perspectiva estadounidense. Se destaca pues la
centralidad que le otorgó Dewey, en su concepción de escuela, a las esferas de la política y de la
educación para la educación. Fue así que en su laboratorio escolar, Dewey les solicitaba a los
docentes que construyeran un entorno en el que las actividades inmediatas del niño lo enfrentasen
con situaciones problemáticas para cuya resolución necesiten conocimientos teóricos y prácticos de
la ciencia, de la historia y del arte a efectos de resolver dichas situaciones.