Las organizaciones formales están basadas en determinados
principios, tales como la especialización de tareas, la cadena de
mando, la unidad de dirección y la racionalidad”.
Desde muy temprano Argyris (“Personality and Organization: the conflict
between system and the individual”; New York: Harper & Row – 1957)
considera que no existe un match apropiado entre el individuo y la
organización en la que se desenvuelve, puesto que las necesidades
individuales contrastan con los requerimientos formales de la organización.
Para las personas interesadas en su salud individual las organizaciones no
representan el lugar ideal.
En un trabajo posterior Chris Argyris (“Interpersonal competence and
organizational effectiveness”; Homewood, Illinois: Irwin – 1962), destaca la
importancia del desarrollo de habilidades interpersonales para un más
eficaz liderazgo, conducción y gerenciamiento, haciendo saber además que
aumentar las competencias interpersonales son necesarias aunque no son
suficientes.
Para Chris Argyris es importante que el desarrollo de las
competencias interpersonales venga acompañado por un cambio
en la cultura organizacional que ha de ser soportado y sustentado
en nuevos valores. Este aspecto que se encuentra íntimamente
vinculado con los valores y la ética