Demócrito, también fue conocido como “el filósofo risueño”, porque siempre estaba alegre y le gustaba ver el lado cómico de la vida, nació en Abdera (Tracia).
Su maestro fue Leucipo y los nombres de ambos aparecen asociados a la creación del atomismo mecanicista. Fue un escritor enciclopédico. Diógenes Laercio reproduce una lista de sus escritos en que se recogen más de sesenta obras dedicadas a temas éticos, físicos, matemáticos, músicos y técnicos, de los cuales solo se conservan algunos breves fragmentos.
Sus obras son conocidas a través de la exposición de las mismas por oros autores y, muy especialmente, por Aristóteles.
Demócrito de Abdera (460 a.C)
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Una de las contribuciones más relevantes de Demócrito fue la creación de la escuela filosófica del atomismo. Esta línea de pensamiento surgió en respuesta a lo planteado por Parménides, quien afirmó que la materia es inmutable y eterna, y que los cambios que observan nuestros sentidos son errores de percepción.
En este sentido, Demócrito y Leucipo señalaron que existían, de hecho, ciertos materiales inmutables, los cuales se combinaban en distintas formas para dar lugar a los cambios que observamos en la materia. Estos “materiales inmutables” fueron denominados “átomos”, que quiere decir “indivisible” en griego.
De acuerdo con la escuela atomista, los átomos son partículas minúsculas, sólidas, que varían en tamaño, masa y forma y que se mueven en el vacío repeliéndose. Cuando chocan entre sí, forman conglomerados que dan origen a otros materiales más complejos.
Esto quiere decir que los objetos macroscópicos que observamos a diario son en realidad cúmulos de pequeños átomos.
La teoría de Demócrito sobre los átomos era correcta en muchos aspectos, pero fue rechazada por los filósofos. Sin embargo, influyó en el desarrollo de la teoría atómica de Dalton.