FRAGILIDAD Y TIRANÍA (HUMANA) EN TIEMPOS DE PANDEMIA Gustavo Yáñez Gonzales
Descrição
La fortaleza de un ser humano es proporcional a su capacidad de admitir su propia fragilidad y vulnerabilidad, estamos en un mundo que nos enseña a negar y a esconder nuestras flaquezas.
La fortaleza de un ser humano es proporcional a su capacidad de admitir su propia fragilidad y vulnerabilidad, estamos en un mundo que nos enseña a negar y a esconder nuestras flaquezas.
FRAGILIDAD Y TIRANÍA Gustavo Gonzales
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El texto de Gustavo Yáñez Gonzales nos hace recordar dos rasos comunes a todos los seres humanos que son nuestra animalidad constituyente y nuestra fragilidad inmunológica ante lo desconocido.
Nuestra animalidad: los seres humanos no somos más que otra especie en el planeta tierra, lo que pretende es sobrevivir en ella, así como en otras especies y humanos.
A este punto de la pandemia nos muestra lo que somos y que hemos sobrevivido en base a sacrificios de otras especies, incluso a otro ser humano buscamos nuestro único y propio beneficio sin pensar en los demás, nos damos cuenta de nuestro lado animal e irracional.
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Fragilidad: Es una cualidad de entes reales e imaginarios, la fragilidad es la capacidad de un material de fracturase debido a su escasa o nula deformación permanente.
Somos muy frágiles para encerrarnos ante el coronavirus para cuidar de nuestras vidas y conservar nuestras especies, en esta cuarentena encerrados los seres humanos las demás especies pueden seguir sobreviviendo.
No somos sujetos sobre un predicado maleable, sino mas bien puro devenir-frágil en un mundo que no controlamos. Astillado queda también el imaginario del ser para la muerte en cuanto que una molécula microscópica podría matarnos en una sala de cuidados intensivos lejos de una intima despedida, lejos del modo en como quisiéramos morir.
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Explica que la fragilidad inmunológica sea la condición y causa de los contenidos de nuestros afectos actuales: miedo, aburrimiento, soledad, incredulidad, etc. Hemos sido invadidos en nuestras cotidianidad, porque debemos, quienes tenemos ese privilegio en los países con estados subsidiarios, permanecer en casa.
Una degeneración de las relaciones entre los seres humanos diría Agamben, ya que el estado de excepción biopolítico instala la restricción de libertades, y peor aún, produce apatía y medio al otro, ya que cualquiera es un potencial portador del virus.
Un daño irreparable en el peor de los casos, a nuestra capacidad afectiva hacia el prójimo.