Erstellt von Paola Zambrano
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La Declaración Universal de Derechos Humanos en su artículo 19, nos dice acerca de la libertad de expresión: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión. En Venezuela los medios de comunicación gozan de un compendio de leyes, que le apoyan en la difusión y recepción de mensajes; además regulan asegurando el respeto a los derechos humanos, la libre expresión, estableciendo la responsabilidad social de los prestadores de los servicios de radio y televisión, proveedores de medios electrónicos, los anunciantes, los productores y productoras nacionales independientes, los usuarios y usuarias, para fomentar el equilibrio democrático entre sus deberes, derechos e intereses a los fines de promover los principios constitucionales de la legislación, para la protección integral de los niños, niñas y adolescentes, la cultura, la educación, la seguridad social, la libre competencia y la Ley Orgánica de Telecomunicaciones. Sin embargo aunque el establecimiento de las leyes busca el equilibrio entre la libre expresión y la propaganda, existe una flexibilidad que casi hace invisible a la ley, ejemplo de ello es lo narrado en su estudio por Castillo Briceño (2003) cuando de los conocido sucesos de abril del2002, expresa: La oposición y los medios han sembrado un lenguaje de exclusión en el que se tilda de «chusmas, muertos de hambre, satánicos o talibanes» a los seguidores de Chávez, mientras que el oficialismo califica a los opositores de «escuálidos, oligarcas, terroristas o golpistas». El discurso ha terminado de polarizar a la población venezolana que vive en una simulación de un estado de guerra que requiere la salida inevitable del Presidente para evitar los continuos enfrentamientos de calle en las principales ciudades del país. Es una «hiperrealidad». No existe la necesidad de exagerar los sucesos, mostrar el rostro sensacionalista por parte de los medios para crear una situación de zozobra. Esta situación que plantea Castillo es sin duda una pequeña muestra del conflicto mediático que ha ido creciendo con el transcurso de los años en nuestro país, donde la lucha por administrar los recursos se hace evidente, así como el manejo sesgado de la información, el mentir de manera abierta y el manejo de la política como propaganda oculta poco criticada u omitida por los usuarios. Ante esta realidad es de reconocerse que el trabajo del periodista o profesional de la comunicación es aquel que marca una política editorial, una cara de la moneda; en fin es de carácter mercantilista, en el mejor de los casos pasa a estar en un espiral de silencio para ser aceptado en dicho medio. Finalmente la propaganda oculta siempre es justificada al hablar del mantenimiento del medio y los costos de producción. Por ello Packard (1973) nos muestra en su libro de manera detallada como es persuadido el consumidor y asimismo el ciudadano, como se han aplicado otras disciplinas como la psicología para cambiar los anhelos y deseos de las grandes masas para alcanzar la comercialización de productos alterando los valores psicológicos del consciente e inconsciente, también la explotación del valor sexual. En un trabajo de responsabilidad social y la noticia como mercancía, su autora Vizcarra(2002) define a los medios como empresas con intereses bien definidos, intereses mercantiles: La catedrática de Filosofía del Derecho, Moral y Política de la Universidad Autónoma de Barcelona, Victoria Camps, considera que cuando ambos derechos chocan entre sí, es porque se ha cruzado entre ellos el interés económico que es ciego frente a los derechos humanos. Los medios de comunicación no son agrupaciones altruistas de profesionales con el único fin de informar correctamente de lo que ocurre. Son empresas con ánimo de lucro que deben responder al objetivo prioritario de maximizar sus beneficios. Por lo tanto, como cualquier otra empresa, tienen que cumplir con diversas funciones: Ser competitivas en el mercado, lanzar productos de calidad, aumentar la profesionalidad de sus empleados, generar beneficios y asegurar su capacidad de permanencia. Así, se puede definir a la empresa informativa como “aquella que se dedica a la compra-venta de informaciones y, por consiguiente, abre un mercado de noticias, en el que la principal mercancía (el objeto de comercio) es la información”. A modo de reflexión final, el dinero ha corrompido la vida del ser, la humanidad se ha ido extinguiendo por buscar la riqueza y el bienestar, el poderío en el mundo exterior dejando en el olvido la verdadera riqueza que habita en el interior de su ser, el cultivar el amor y los principios de verdad, paz, justicia, en consecuencia sus beneficios. Un gran maestro dijo a su discípulo que se quejaba por ser insignificante y no lograr grandes cambios en el mundo… “Si no crees lograr nada con lo que haces…intenta dormir con un zancudo en tu habitación”. REFERENCIA Castillo Briceño, Javier (2003) Hugo Chávez y Los Medios de Comunicación: La Guerra “Hiperreal” Venezolana. Universidad Complutense de Madrid Historia y Comunicación Social. ISSN:1137-0734 Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999). Declaración Universal de Derechos Humanos (1948). Packard Vance (1973) Las Formas Ocultas de la Propaganda.Argentina: Editorial Sudamericana. Vizcarra, Silvia (2002) La responsabilidad social del periodista, frente a la noticia como mercancía. Revista Latina de Comunicación Social, vol. 5, núm. 46, enero, 2002 Laboratorio de Tecnologías de la Información y Nuevos Análisis de Comunicación Social Canarias, España. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/819/81954603.pdf
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