La omnipresencia del teléfono celular en diversas esferas de la vida social
hace imperativo su abordaje desde diferentes perspectivas de análisis.
Ningún artefacto de comunicación se había diseminado con tanta rapidez
ni había inducido en tan poco tiempo efectos múltiples en las relaciones
humanas, el comportamiento público, la modificación de los conceptos
de espacio público y privado, así como reacciones ambivalentes en
los usuarios. Cabrera (2006) lo cataloga como un aparato que se ha “naturalizado”
en la sociedad contemporánea “por la familiaridad con que
una generación completa está convencida de que siempre hubo móviles”
(p. 96). Es un artefacto que brinda enorme visibilidad, impone modas, es
fuente de identidad para los jóvenes, es adictivo, se porta como parte de
la vestimenta y sustituye en tiempos record a otras tecnologías como la
cámara fotográfica y grabadora; también es indispensable como reloj despertador,
calculadora, agenda de actividades, etc. Por ello, para estudiarlo,
ameritamos “articular los recursos... de diferentes ramas (científicas) y
enfoques... para producir conocimiento pertinente y consistente y que
responda a las necesidades sociales” (Pálau, 2008, p. 5).
Aun cuando se pudiera interpretar que algunas de nuest
Hace años, la designación teléfono móvil resultaba un tanto irónica, pues, a causa del peso de las baterías, solo podían moverlo losfuertes o quienes lo tuvieran instalado en su vehículo. De hecho, era más grande que una caja de zapatos y costaba miles de dólares.Pero en la actualidad existen 1.350 millones de teléfonos celulares, y en algunos países los posee la mitad de la población, dado que caben en la palma de la mano e incluso llegan a distribuirse sin cargo alguno.* El diario australiano The Bulletin asegura que “el número de estos aparatos casi iguala al de televisores y computadoras personales juntos”. En efecto, en una veintena larga de países hay ya más teléfonos móviles que fijos. De ahí que un experto del ramo no solo los califique de maravilla técnica, sino de “fenómeno social”.
El telefono movil - Controversia Socio-Tecnica Caso actual
Caption: : La adicción al celular es una condición que podría parecer un chiste, pero que realmente puede tener consecuencias en tu estado mental. Esto es una recolección de varios videos de youtube sobre la adicción al teléfono celular. Edite algunos de estos videos para una presentación de la universidad. Espero que les guste!
¿Qué efecto tienen en la sociedad?
La creciente difusión del celular constituye un negocio redondo para muchas compañías. Una de las principales indicó que “la telefonía móvil es el mayor segmento del mercado de la electrónica de toda la historia”. Es decir, ningún otro instrumento electrónico ha movido nunca tanto dinero.Por poner un ejemplo, de los 20.000.000 de ciudadanos con que cuenta Australia, más de quince millones poseen celulares. En un solo año, los clientes de una de las numerosas compañías telefónicas de este país realizaron con ellos 7.500 millones de llamadas. A nivel mundial, la industria de las telecomunicaciones mueve anualmente miles de millones de dólares en el apartado de la telefonía móvil. Se comprende, por tanto, que el mundo de los negocios considere al celular una bendición.
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Pese a la utilidad del teléfono móvil en la vida social y los negocios, muchos empleados no lo consideran una bendición, sino un grillete que los encadena a la empresa. De acuerdo con un sondeo, el 80% de los agentes publicitarios y el 60% de los trabajadores de la construcción se ven en la obligación de estar siempre localizables, sea para sus jefes o para la clientela. La presión que siente el usuario de responder a las llamadas sin importar dónde se encuentre ni qué esté haciendo ha dado lugar a lo que un investigador denomina “cultura de las interrupciones”. A raíz de ello, los ingenieros han preparado un material de construcción destinado a restaurantes y salas de espectáculos que bloquea las señales de los celulares (véase el recuadro “Recomendaciones para el usuario”).
Inconvenientes
Aparte de sus molestas intrusiones, estos omnipresentes aparatitos pueden convertirse en un enemigo público. En un estudio canadiense se comprobó que conducir mientras se usa el teléfono encierra tanto peligro como hacerlo después de haber bebido. Según Mark Stevenson, profesor de un centro de investigaciones sobre lesiones auspiciado por la Universidad de Australia Occidental, es mucho más difícil guiar un vehículo mientras se telefonea que mientras se conversa con algún acompañante. Pese al riesgo de accidentes y multas, 1 de cada 5 automovilistas australianos envía mensajes y 1 de cada 3 sostiene un celular mientras va al volante.
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La mayoría de los mensajes que se intercambian por este medio ultramoderno no se basan en la voz, sino en la escritura. Así, en lugar de hablar al micrófono, cada vez más usuarios —sobre todo jóvenes— recurren al teclado para enviarse mensajes de texto, pues resultan bastante más económicos. Sin embargo, dado que hay que introducirlos con los botoncitos del celular, ha surgido un lenguaje en el que se abrevian las palabras valiéndose de letras y números. A pesar de que redactar y teclear es considerablemente más incómodo que conversar, cada mes se envían y reciben 30.000 millones de mensajes en todo el mundo.¿De qué tratan estas misivas? Según un estudio británico, un 42% de los usuarios de 18 a 24 años las utilizan para coquetear; un 20%, para concertar citas románticas de forma moderna, y un 13%, para romper una relación.
La inconmensurable diseminación de las
tecnologías de información ha dado pauta para que se reafirmen –como es el caso
del celular– y se conviertan en mecanismos para subvertir el orden establecido,
es decir, tecnologías que a veces llevan a cambios inesperados, o bien que
contribuyen a disolver la sociedad civil. Las tecnologías de comunicación
tienen un enorme potencial subversivo, ya que pueden poner en peligro el orden
establecido, pues la comunicación es un tipo de interacción que activamente
busca la variedad. No importa qué tan firme, afianzado u organizado esté un
orden, las tecnologías de comunicación llevan consigo la semilla de la
subversión. Tenemos, por ejemplo, el hecho de que el presidente de Filipinas
José Estrada tuvo que dimitir al cargo en enero de 2001 a raíz de las protestas
de la gente, facilitadas a través de millones de mensajes por celular, en 75
minutos se logró reunir a más de 20,000 personas en una especie de asamblea
“antiestrada” en Manila. Éste se ha convertido en el ejemplo típico del uso que
se les puede dar a las nuevas tecnologías de comunicación como el celular o las
redes sociales en línea, para concitar o convocar a grupos sociales para tomar
acciones políticas. Diversos estudios sobre las funciones o posibilidades de
las comunicaciones por celular muestran posiciones contradictorias sobre el
papel del teléfono como medio para la organización. Según el sociólogo Hans
Geser por una parte, se le ve como medio para la organización, al posibilitar
la integración de organizaciones complejas y de millones de procesos de
coordinación dentro de las ciudades que no pudieran realizarse en la
interacción cara a cara, pues si no lo tuviéramos, la gente tendría que mover
mensajeros la mayor parte del tiempo
Pero, por el contrario, también
puede considerársele como el medio de la des organización pues provoca anarquía
al permitir potencialmente que todos estemos al alcance de todos en cualquier
dirección y momento, haciendo a un lado los canales formales de comunicación.
Esto trae efectos disruptivos
especialmente pronunciados en organizaciones burocráticas donde los flujos de
comunicación son verticales
Medio subversivo de las relaciones sociales
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Frente al fenómeno social en que
se ha convertido el teléfono celular tenemos la oportunidad de estudiar una
nueva tecnología de comunicación, sus periodos de ajuste y fricciones que
acompañan su adopción inicial. La tensión que crea la coexistencia de lo viejo
con lo nuevo, y también aprovechemos la existencia de antecedentes de prácticas
sociales alrededor del teléfono fijo que nos sirvan de contraste con las nuevas
manifestaciones culturales del teléfono celular.
Las conductas de ubicuidad que ha inducido, la
riqueza de folclore que lo rodea por su portabilidad (listo para traerse) y lo
rápido de su desarrollo reta a los estudiosos de las comunicaciones, la
cultura, la economía política y otras disciplinas a ocuparse de este fenómeno
social. Esperemos que no nos gane el hecho de que al ser un artefacto de la
rutina, de la vida cotidiana, sujeto a rápidos cambios, se oscurezca pronto
para la ciencia. Es claro que los estudios iniciales sobre el teléfono celular
deben verse en el contexto de su despegue a principios de la década del nuevo
milenio. Los estudios que aquí hemos referido se realizaron cuando aún los
celulares no rebasaban al número de teléfonos fijos, cuando su uso en público,
por ejemplo, retaba las normas de etiqueta y los buenos modales.
Hoy eso ha cambiado. Actualmente
el teléfono móvil concita otras preocupaciones analíticas relacionadas con su
convergencia tecnológica con aplicaciones para Internet, para videograbación,
como localizador geográfico, como auxiliar en los procesos de enseñanza
aprendizaje y en el mapeo de catástrofes naturales. Pero también hay
problemáticas sociales que siguen presentes, tal como su apasionada adopción
por adolescentes y niños y sus efectos en las relaciones y los roles
familiares. En México, en un contexto de pobreza persistente y creciente, se
impone estudiarlo desde la perspectiva de la división digital para conocer si
su amplia diseminación, bajo los cánones mercantilistas, oscurece las
obligaciones públicas en materia de telecomunicaciones. Es importante que
sigamos estudiando estos nuevos fenómenos sociales con perspectivas
multidisciplinarias y con métodos etnográficos en grupos poblacionales y en
latitudes geográficas demarcadas. Ello nos podrá ayudar a discernir si el
extensivo uso del celular está dando lugar sólo a nuevas manifestaciones o si
actúa como mecanismo que replica manifestaciones sociales preexistentes