Para
Senge (1995) “el aspecto más sutil del pensamiento estratégico consiste
en saber qué debe suceder”, pero no basta con idear, es necesario tener una
percepción de la realidad como “un todo”, para poder comprender su complejidad,
analizar sus interrelaciones y actuar en consecuencia, por lo tanto,
quien hace la reflexión y la observación no puede desprenderse de esa realidad,
porque es parte de ella.
El pensamiento sistémico, el pensamiento estratégico y la creatividad vienen a constituir una visión integral de la realidad que recupera el sentido y la razón del objeto de estudio
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El buen líder requiere de una serie de atributos y cualidades como la anticipación, la
proyección, la concertación, la animación, la empatía y la asertividad, aunque para ello
no existe una formación específica establecida, son cualidades que se conforman con la
experiencia en el campo, se obtienen en procesos formativos personales y de desarrollo
profesional.
Un buen liderazgo, en consecuencia, es determinante para el aseguramiento de propósitos
que resultan fundamentales para la calidad educativa, la transformación de la
organización y el funcionamiento interno de las escuelas, así como de la gestión de
la función supervisora; el desarrollo de una gestión institucional centrada en la escuela y
el aseguramiento de los aprendizajes; y en general, el alineamiento de toda la estructura
educativa hacia el logro educativo.Poder lograr este tipo de retos se requieren directivos con mejor perfil, a la altura
de la complejidad de los procesos a coordinar, liderar y dirigir; sobre todo líderes que
impulsen cambios en los diferentes ámbitos de incidencia y aporten sus potencialidades
en beneficio de los propósitos compartidos.
Los directores escolares y administradores de escuelas deben
ser verdaderos líderes, “no sólo administradores”, sino ejecutivos emprendedores
orientados hacia resultados con un espíritu de cambio y crecimiento permanente de la
calidad de sus servicios y de su administración escolar, es decir, un líder no puede conformarse
con asegurar que “todo marche bien”, sino buscar permanentemente fórmulas y
estrategias que logren que “todo esté mejor”, involucrando al equipo de colaboradores en
esa búsqueda, en la formulación de propuestas y alternativas de solución.
tiene una influencia
significativa, ya que su actuación incide en todos los procesos del centro educativo; en el
comportamiento del personal, de los alumnos, de coordinación, en la definición del trabajo,
la planificación, supervisión de la tarea y personal, y otros” En este sentido, el director líder favorece que la comunidad educativa pueda idear
nuevas soluciones a viejos problemas, es receptivo y busca potenciar su profesionalización.
Además, “propicia la utilización de toda su capacidad intuitiva-lógica, refuerza la
satisfacción, el rendimiento y eficacia de sus colaboradores, y revitaliza su papel de motor
y agente de cambio”
El Director debe:1. Desafiar los procesos, es decir, atreverse a innovar, a crear y a intervenir en los
procesos establecidos.
2. Inspirar una visión compartida, donde el beneficio colectivo trascienda más allá del
conocimiento y potencial individual.
3. Habilitar a otros para que actúen, entendiendo que el poder de decisión debe ser
un ejercicio desconcentrado y compartido, para que “otros” sean también líderes
y desarrollen sus potencialidades; es una nueva forma de promover la relación
líder-liderados.
4. Modelar el camino, lo cual significa que cada líder tiene como una de sus más finas
funciones la liberación permanente, desde sus posibilidades, de aquellos obstáculos
que puedan inhibir el desarrollo del liderazgo de otros 5. Dar aliento al corazón, es decir, que debe haber una fuerte carga anímica y motivacional
generada desde la posición del líder hacia todos y cada uno de los colaboradores
Un trabajo colaborativo en las instituciones educativas implica procesos que faciliten
la comprensión, planificación, acción y reflexión conjunta acerca de qué se quiere hacer
y cómo. Establecer un sistema de colaboración contribuye a la generación de un clima
organizacional —en el ámbito del sistema educativo, escuela y aula— que posibilite la
libre expresión, la comunicación bidireccional, el diálogo en el tratamiento y la resolución
de conflictos, confianza, armonía y respeto en las relaciones interpersonales, donde se
establezcan acuerdos y se cumplan.
Son la propuesta que el MGEE hace a los maestros,
respecto a las formas y los fines de su práctica cotidiana que, más allá de conformarse con
lograr un conjunto de contenidos curriculares, debe asegurar que los alumnos desarrollen
competencias que les permitan integrarse y desenvolverse con plenitud en los niveles
educativos posteriores y en la vida misma.
La planeación estratégica es definida como el proceso sistémico y sistemático para la
mejora continua de la gestión, derivado de la autoevaluación y basado en consensos, que
direcciona las acciones del colectivo escolar hacia escenarios deseados a mediano plazo.
Una planeación estratégica es participativa cuando en la escuela se involucra a los
alumnos, padres de familia, maestros, director y, como apoyos externos, al supervisor,
jefe de sector y/o de enseñanza. Su diseño, ejecución y seguimiento es responsabilidad de todos ellos y muestra los deseos de mejora y las formas que, desde su punto de vista,
son las idóneas para obtenerla, dando respuesta a la capacidad de decisión basada en el
conocimiento de su contexto.
La planeación estratégica aplicada a la gestión educativa intenta responder a preguntas
como: ¿Qué propósitos institucionales fundamentales (misión) se intentan cumplir?,
¿qué cambios se deben realizar en las formas tradicionales de gestión para lograr
tales propósitos? y ¿cómo se van a realizar esos cambios? Para ello, las estrategias son el
camino que se debe transitar para lograr los objetivos y las metas planteadas, en tanto los
compromisos son la garantía que se establece para cumplirlos.
Para que la planeación estratégica contribuya a la mejora continua debe ser realista;
objetiva; basarse en datos, hipótesis o supuestos; apuntar hacia la construcción conjunta
y basarse en un compromiso compartido por quienes intervienen en el proceso educativo.
Ésta, se expresa en planes estratégicos y se concreta en programas anuales de trabajo, en
los cuales se organizan todas las acciones institucionales pensando en el día con día, en
obtener resultados en un mes o en un año, pero sin olvidar la visión estratégica, es decir,
los resultados que se quieren lograr a mediano y largo plazo.
Se define este componente como la valoración colectiva y crítica de los procesos implementados
en sus fases de planeación, desarrollo e impacto, caracterizada por una actitud
que asume la responsabilidad por los resultados propios y con apertura a juicios externos,
factores fundamentales para la toma de decisiones.
a. La consolidación de la comunidad escolar, considerando la permanencia de los directores
y maestros en la escuela, la cultura instalada de trabajo colectivo (a través
del Consejo Técnico) y el diseño de un proyecto de mejora académica de manera
participativa, con responsabilidad en su ejecución y en sus resultados.
b. Relaciones basadas en la confianza entre directores, maestros y padres de familia,
de manera que cada quien conoce el alcance de sus responsabilidades, se puede
conversar amplia y abiertamente sobre los problemas. Las relaciones son armoniosas
porque se cuenta con mecanismos para negociar conflictos y se intenta regular
las relaciones personales con base en normas claras, algunas de ellas decididas por
el propio colectivo.
c. El compromiso explícito de maestros, padres y directivos por el aprendizaje significativo
de los alumnos, de manera que se consideran aliados en una tarea común.
Los profesores solicitan a las madres (específicamente, aunque eventualmente a
otros miembros de las familias) apoyo en actividades de enseñanza, tanto en el
hogar como en la misma escuela. Las madres no sólo refuerzan lo que enseñan
los maestros, sino que también comparten y estimulan competencias académicas
y sociales propias, al aprovechar frecuentemente los recursos de la comunidad, la
familia y la escuela.
Es un proceso complejo y de múltiples dimensiones, que no
puede ser restringido a un único ámbito, en un solo tiempo ni ser generado por un único
actor. Sólo se entiende si se considera a los distintos actores educativos quienes, a través
de sus prácticas, ponen en funcionamiento procesos de toma de decisiones a sabiendas
de lo que están haciendo