�En el siglo 18 los niños aprendían antes que nada a cantar. Es increíble que esta absoluta precedencia al canto, siempre rechazada en nuestro país, haya sido siempre el esqueleto de la educación musical de otros países con un nivel de cultura musical claramente más desarrollado.
�La falta di dicha cultura hace que decenas de coro y corales organizados por las parroquias, asociaciones “culturales”, círculos recreativos, etc.. de los distintos pueblos y aldeas que reúnen normalmente gente de mediana y mayor edad que nunca tuvieron la oportunidad de recibir una correcta educación musical y vocal, se enfrentan a repertorios clásicos y popular a 3 y 4 voces sin ningún conocimiento técnico-vocal, sin conocimientos interpretativos ni estilísticos de las obras que cantan.
�Los directores, a parte raras excepciones, son alumnos de conservatorio e instrumentistas sin titulación especifica, que nada tienen que ver con la dirección coral y que se consideran capacitados a dicha tarea simplemente por haber asistidos a cursillos de dirección coral o, todavía peor, por saber simplemente leer las notas musicales. Los resultados mediocres están al alcance de todos.
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�Esta costumbre antipedagógica hace que en los distintos certámenes corales, conciertos vocales y misas cantadas maleduquen musicalmente el publico que escucha.
�¿Como resolvemos el problema entonces si partimos del principio que la música es un bien que tiene que estar al alcanzar de todos?
�La respuesta la encontramos en uno de los principios pedagógicos de Zoltan Kodály que basa su sistema educativo en los valores insustituibles y absolutos del canto popular en la educación musical. En otras palabras: la educación musical se realiza a través del canto coral y buena parte de su repertorio tiene que ser de música popular. La interpretación de canciones populares tiene que constituir un momento de cada clase de música; no solo para desarrollar el ejercicio para su interés, sino también para mantener una continuidad y para despertar, desarrollar y conservar el sentido de las relaciones entre música, lenguaje y cultura, porqué no se puede negar que es propio del canto popular el encuentro perfecto entre música, lenguaje y tradiciones.