El propósito del trabajo
analítico es mover al paciente
para que vuelva a cancelar las
represiones entendidas de su
desarrollo temprano
Debe volver a recordar
ciertas vivencias, así como
las mociones de afecto por
ellas provocadas, que están
por el momento olvidadas
en él.
y las sustituya por unas
reacciones como las que
corresponderían a un estado
de madurez psíquica.
El analista trabaja en
condiciones más favorables
que el arqueólogo porque
dispone además de un material
del cual las exhumaciones no
pueden proporcionar
correspondiente alguno
es lícito poner en duda que
una formación psíquica
cualquiera pueda sufrir
realmente una destrucción
total.
Es sólo una cuestión de técnica
analítica que se consiga o no traer
a la luz de manera completa lo
escondido.
El objeto psíquico es
incomparablemente más
complicado que el objeto
material del exhumador
Nuestro conocimiento no está
preparado en medida suficiente
para lo que ha de hallarse, pues su
estructura íntima esconde todavía
muchos secretos.
Para la arqueología la
reconstrucción es la meta y el
término del empeño
Para el análisis la
construcción es sólo
una labor preliminar
El analista da cima a una pieza
de construcción y la comunica al
analizado para que ejerza efecto
sobre él
Luego construye otra pieza a
partir del nuevo material que
afluye, procede con ella de la
misma manera, y en esta
alternancia sigue hasta el final
La experiencia analítica nos
enseña que no produce daño
alguno equivocarnos en alguna
oportunidad y presentar al
paciente una construcción
incorrecta como la verdad
histórica probable.
Esa ocasión se presenta
cuando sale a la luz
material nuevo que
permite una
construcción mejor y, de
tal suerte, rectificar el
error.
Es correcto que no aceptemos
como de pleno valor un «No»
del analizado, pero tampoco
otorgamos validez a su «Sí»;
es totalmente injustificado
culparnos de reinterpretar en
todos los casos su
manifestación como una
corroboración.
El «Sí» directo del
analizado es
multívoco. Puede
en efecto indicar
que reconoce la
construcción oída
como correcta
Pero también puede
carecer de significado, o
aun ser lo que podríamos
llamar «hipócrita», pues
resulta cómodo para su
resistencia seguir
escondiendo,
Este «Sí» sólo posee valor
cuando es seguido por
corroboraciones indirectas;
cuando el paciente produce,
acoplados inmediatamente a
su «Sí», recuerdos nuevos
que complementan y
amplían la construcción.
El «No» del analizado
es igualmente
multívoco y, en
verdad, todavía menos
utilizable que su «Sí».
Rara vez expresa una
desautorización justificada;
muchísimo más a menudo
exterioriza una resistencia que
es provocada por el contenido
de .la construcción que se ha
comunicado,
Por tanto, el «No» del
paciente no prueba nada
respecto de la justeza de la
construcción, pero se
concilia muy bien con esta
posibilidad.
variedades indirectas de
corroboración, plenamente
confiables, unas de ellas es «No
me parece» o «Nunca se me ha
pasado» (o «No se me pasaría
nunca») «por la cabeza».* Sin
vacilar, se puede traducir así
esta exteriorización: «Sí, en
este golpe acertó usted con lo
inconciente».
Si el análisis ha sido ejecutado de
manera correcta, uno alcanza en él
una convicción cierta sobre la
verdad de la construcción, que en lo
terapéutico rinde lo mismo que un
recuerdo recuperado.
La pulsión emergente de lo
reprimido, había querido trasportar
hasta la conciencia aquellas
sustantivas huellas mnémicas, y una
resistencia había conseguido, no por
cierto atajar el movimiento, pero sí
desplazarlo (descentrarlo} sobre
objetos vecinos, circunstanciales.
Habría sido posible llamar
«alucinaciones» a estos
recuerdos de haberse sumado
a su nitidez la creencia en su
actualidad.
Si uno toma a la humanidad como un todo
y la pone en lugar del individuo humano
aislado, halla que también ella ha
desarrollado formaciones delirantes
inasequibles a la crítica lógica y que
contradicen la realidad efectiva.