Hacia la quinta o sexta décadas, la piel pierde
tersura y suavidad, pues la capa de grasa que
está debajo de la superficie se adelgaza, las
moléculas de colágeno se endurecen y las
fibras de elastina se hacen quebradizas.
El pelo se adelgaza porque se
reduce el ritmo de sustitución y
encanece porque baja la
producción del pigmento melanina.
Aumenta de peso debido a la
acumulación de grasa y pierde
estatura porque se encogen los
discos vertebrales.
Se sufre pérdida ósea porque se
absorbe más calcio del que se
reemplaza, ocasionando que los
huesos se adelgacen y se vuelvan
quebradizos.
La pérdida ósea se acelera en los
cincuenta y sesenta; es dos veces más
rápida en las mujeres que en los
hombres y a veces produce osteoporosis.
Las articulaciones se
endurecen debido a la
acumulación de tensión.
Muchas personas de edad
media o de mayor edad sufren
poco o ningún deterioro del
funcionamiento orgánico.
En algunas, el corazón
comienza a bombear de forma
más lenta e irregular a
mediados de los 50 años.
A los 65 años, puede llegar
a perder hasta 40% de su
potencia aeróbica.
Las paredes arteriales se
engrosan y adquieren
gran rigidez.
La capacidad vital, comienza a
disminuir hacia los 40 años y se
pierde hasta 40% a los 70 años.
La regulación de la temperatura y
el sistema inmune se debilitan y
el sueño ya no es tan profundo.