¡Mírenme! ¡Miren mis brazos! ¡He arado y sembrado, y trabajado en los establos y ningún hombre lo
hizo nunca mejor que yo! Y, ¿acaso no soy una mujer? Puedo trabajar y comer tanto como un hombre
si es que consigo alimento, ¡y puedo aguantar el latigazo también! Y, ¿acaso no soy una mujer?
Existe un cambio sociocultural, como parte de los cambios ocurridos con el ingreso de la mujer en el
mercado de trabajo, el uso de anticonceptivos, las luchas feministas por la igualdad de oportunidades
Muchos hombres están tan convencidos de su propia superioridad, que nisiquiera se dan cuenta de
ello. Simplemente “saben” que así es como debe funcionar el mundo, que ese es el orden natural de
las cosas, que las cosas no podrían ser de otra manera. Sea consciente o inconscientemente esta
superioridad es la altura desde donde ven el mundo
SOJOURNER TRUTH*, UNA ESCLAVA EMANCIPADA, realizó uno de los discursos, expresando: Soy una
mujer de pleno derecho. Tengo tanta fuerza como un hombre y puedo trabajar tanto como uno de
ellos. He arado y he cosechado, he quitado la cáscara al grano y he talado y he segado, ¿acaso un
hombre puede hacer más? He escuchado mucho acerca de la igualdad de los sexos; puedo cargar
tanto como un hombre y puedo comer tanto como él, si consigo alimento. Soy tan fuerte como
cualquier hombre que exista
Tendemos a pensar que el feminismo es una corriente de pensamiento unitaria y definida cuyas
reclamaciones son claras y concisas. La razón es que concebimos y tratamos a todas las mujeres (y
hombres) sin hacer depender su identidad de la cultura y las condiciones materiales que las han visto
nacer.
El feminismo negro goza de muy buena salud en la actualidad; pensadoras como Angela Davis
continúan ayudándonos a comprender lo que la iletrada y sabia Sojourner Truth esbozó hace más de
siglo y medio. No debemos bajar la guardia, porque esta tradición filosófica no sólo nos habla de los
derechos de una parte importantísima de la población mundial, sino de los prejuicios etnocentristas
que suelen dominar nuestros análisis de la realidad y fomentan, involuntariamente, el ocultamiento
de demandas más que legítimas.
La división sexual de los roles no ha variado significativamente en lo concerniente a las labores
domésticas, toma de decisiones e incluso, la socialización de niños y niñas en el hogar. Las esposas o
compañeras tienen a su cargo la mayoría del trabajo doméstico y le dedican más tiempo que sus
esposos.
Cristina Sánchez (2001:47), la argumentación para pedir su inclusión no se basaba en que se debía
“extender” el derecho a las mujeres negras como colectivo diferente, sino que apelaba a la
universalidad del término “mujer”: denuncia a las sufragistas blancas que estaban excluyéndoles a
ellas, mujeres negras, y de ahí su pregunta: “¿acaso no soy una mujer?”
Según hooks, cuando se trata de poder, las cosas se dividen así:
Hombres blancos: pueden oprimir a todos los siguientes.
Hombres negros – Mujeres blancas: Los hombres negros son oprimidos por hombres blancos, pero
estos pueden a su vez oprimir a las mujeres negras. Ellos también pueden oprimir a las mujeres
blancas debido al género, pero es más difícil que esto pase; es más, este es la forma de matrimonio
interracial más común. Las mujeres blancas son oprimidas por los hombres blancos, y ellas a su vez
también pueden oprimir a las mujeres negras. Incluso pueden ser hasta más despiadadas al hacerlo,
como puede pasar con los hombres negros hacia las mujeres negras, cuando un grupo que
normalmente es oprimido tiene la oportunidad de oprimir a otro.
Mujeres negras: Pueden ser oprimidas por todos los anteriores. Sus experiencias son mayormente
ignoradas tanto por los movimientos feministas como por los movimientos antiracistas, borrando su
historia y negando su existencia.