Las personas involucradas en el
conflicto son personas integradas que
poseen cierto grado de
auto-conocimiento y una clara
sensación de ser distintos
El conflicto surge cuando hay un claro
desacuerdo en algo que realmente
constituye un problema para ambas
partes
Si se maneja con habilidad, el conflicto creativo y
saludable crea buenos sentimientos entre las partes, ya
que no hay una parte que pierda y otra que gane sino
que ambas salen beneficiadas.
Confluente e
improductivo
Las personas no se comprenden a sí mismas y culpan a
los demás de algo de lo cual ellas son culpables e
incluye, al menos, la represión y la proyección como
formas de defensa.
Resulta de proyectar sobre el otro cosas que no han
resuelto sobre ellos mismos y que son incapaces de
resolver en su propio interior.
Polaridades
Las respuestas polares son
estrechas, limitadas y frágiles
al contacto de las presiones de
la vida diaria.
Tipos de polaridades
Oscuras, desconocidas
y perturbadoras
(yodistónicas)
Oscuras,
desconocidas y
sustentadoras
(yosintónicas)
Teoría del
conflicto
Las polaridades se
toman como punto
de partida para la
comprensión del
conflicto
Conflicto
intrapersonal
Supone choques entre el lado oscuro y luminoso de cada
persona, es decir, choques entre las polaridades. Las
polaridades per se no son ni buenas ni malas: son
necesarias. No se puede ser malo ni bueno todo el tiempo.
El conflicto surge cuando la persona no se reconoce en sus
polaridades.
Para trabajarlo en terapia, hay que lograr que el
paciente vea que en su interior abundan
sentimientos opuestos y que no hay nada malo en
ello, al contrario, es normal y es saludable
reconocerlo.
Conflicto
interpersonal
Se deriva, a
menudo, del
conflicto
intrapersonal.
Sucede cuando un individuo
reprime su conciencia de
alguna zona de su propio ser
y luego la proyecta sobre
otro; es más fácil ver lo malo
del otro que lo propio.
La lucha con uno mismo se
produce a solas y causa
ansiedad. Menos doloroso
resulta atacar una parte de uno
mismo acusando a otro de ser
así, sobre todo si la acusación
no se hace abiertamente.
A veces atacamos partes
de otros que son dignas de
aprecio pero demasiado
temibles para nosotros
mismos.
El conflicto sobreviene, con
frecuencia, cuando una de
las partes ataca en la otra
aquella polaridad que en
ella misma está a oscuras,
trae problemas o
permanece ignorada.
Auto-concepto saludable: la persona tiene
conciencia de las fuerzas que se oponen en
su interior
Auto-concepto patológico: la persona se ve a sí
misma como estereotipada unilateral (ella es esto
pero jamás aquello). En su percepción de sí misma
carece de fluidez y amplitud. Es vulnerable al ataque.
Estirando el autoconcepto
Si no me permito ser
malvado, nunca
podré ser
genuinamente
bondadoso. Cuando
un lado de la
polaridad se estira,
también se estira el
otro lado, en algún
punto, casi
automáticamente.
Para crecer como
persona y tener
experiencias de
conflictos más
productivas tengo
que estirar mi
autoconcepto
Debo enseñarme a invadir esa
parte de mí mismo que no
apruebo.
Debo poner al
descubierto esa
parte de mí
mismo de la que
me desentiendo.
Necesito entrar
en contacto con
esa parte de mí
mismo que no
asumo.
Cuando me he sentido más amable con mi ser secreto,
porque he llegado a comprenderlo mejor, puedo
relacionarme con otra persona que procura penetrar en
ese territorio interior o amenaza parte de mí mismo.
Todo ese proceso es el estiramiento del auto-concepto
pues crea más espacio en la imagen que uno tiene de sí
mismo. Cuanto más me conozco a mí mismo, más
cómodo me siento conmigo mismo
Cuanto menos
conciencia tenga una
persona de sus aspectos
negativos, más se
sorprenderá a sí mismo
en plena expresión de
ellos.
No podemos
prestar plenamente
nuestro acuerdo a
algo a menos que
tengamos la
posibilidad de decir
que no.
Trabajando con el conflicto
"Apoyarse en la
acusación" es el
nombre que Zinker le
adjudicó a su método
de trabajar el
conflicto
interpersonal.
El primer paso consiste
en enseñar a cada una
de ellas a tomar
conciencia de sus
partes oscuras.
La segunda parte del proceso
es que cada persona tome
en cuenta los siguientes
puntos:
1. ¿Cómo puedo
escuchar lo que a
usted le preocupa
sobre mí?
2. ¿Qué puedo hacer
con esa preocupación
sin ponerlo a usted a
la defensiva o incurrir
en su ira?
3. ¿Cómo podemos trabajar en
torno de esa preocupación de
tal manera que ud. no se sienta
insensato por acusarme o por
ver esa parte en mí; o reconocer
la validez de esa preocupación
aún si eso me molesta?
Una vez que las personas han
ventilado la ira que acumularon,
pueden pasar a un proceso más
ordenado de exploración, guiadas
por un terapeuta, de una situación
delicada.
1. Cada persona elabora una lista de
las cualidades que le molestan de la
otra persona.
2. Uno enfrenta al otro con un
elemento o ítem.
3. El acusado declara la
respuesta corporal suscitada
en él por el enfrentamiento.
4. Se acepta la acusación como punto de
apoyo. El acusado hace cierto esfuerzo por
admitir aquello que se le imputa. Se pueden
agregar ejemplos.
5. El acusador expresa aquello que ha escuchado del otro.
Esta etapa es crucial porque raramente en las discusiones
las partes se escuchan con atención.
6. El acusado expone en qué formas él o ella manifiesta por
medio de sus actos la polaridad de aquello de que se le
acusa.
7. El acusador declara qué ha escuchado decir al otro acerca de
esas excepciones de la regla (y puede recordar al acusado
puntos que se hayan olvidado).
8. El acusador asume la propiedad de la proyección.
9. El acusado informa sobre lo que ha oído.
10. Cada persona revela sus sentimientos acerca del proceso por el que acaba de pasar.