La felicidad es una emoción que se produce en un ser consciente cuando
llega a un momento de conformación, bienestar o ha conseguido ciertos
objetivos que le realizan como individuo, aunque cada persona puede tener
su propio significado sobre qué significa la felicidad para el o ella.
Se entiende a la felicidad como un estado de ánimo positivo. Dicho estado de
ánimo es subjetivo y, por tanto, se refiere a un hecho autopercibido.
Esto implica que una misma serie de hechos puede ser percibido de manera diferente por personas
con diferentes temperamentos, y por tanto lo que para una persona puede ser una situación feliz para
otra puede llevar aparejada insatisfacción e incluso frustración. Es por esa razón, que la felicidad a
diferencia de otros hechos relacionados con el bienestar se considera una situación subjetiva y propia
del individuo (en contraposición a hechos objetivos en los que diferentes observadores concordarían)
La felicidad frecuentemente se considera positiva ya que permite a
los individuos sacar partido de las condiciones objetivas, favorece la
actitud de abordar diferentes tareas llevándola al término
propuesto. La depresión y otros trastornos psicológicos, por
ejemplo, se caracterizan por una notoria falta de felicidad del
individuo, lo cual frustra las posibilidades de los individuos para
acometer con éxito diversas tareas u obtener beneficios de
situaciones objetivamente favorables.
Actualmente se conoce que la variabilidad en los niveles de felicidad que experimentan los individuos
se ven influidos por tres grupos de factores (en orden de importancia): -Factores socioambientales.
-Factores genéticos. -Factores asociados a la consecución de objetivos y deseos.
La Felicidad presente dentro de la reflexión filosofica
La pregunta sobre la felicidad es esencial en el surgimiento de la ética en la antigua Grecia. Los
filósofos encontraron respuestas muy diferentes, lo cual demuestra que, como decía Aristóteles, todos
estamos de acuerdo en que queremos ser felices, pero en cuanto intentamos aclarar cómo podemos
serlo empiezan las discrepancias. En la filosofía griega clásica hay tres posturas:
Ser feliz es autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano (eudemonismo), postura
defendida por Aristóteles. En cierto sentido, también Platón puede ser encuadrado en esta postura,
si bien el horizonte de la felicidad, según Platón, se abre a la vida después de la muerte. Ser feliz es
ser autosuficiente, valerse por sí mismo sin depender de nada ni de nadie (cinismo y estoicismo). Ser
feliz es experimentar placer intelectual y físico y conseguir evitar el sufrimiento mental y físico
(hedonismo). Es la postura que defiende Epicuro.
Eudemonismo y hedonismo: la felicidad para Aristóteles y para Epicuro Entre eudemonismo y
hedonismo existe un desacuerdo fundamental. Aristóteles considera que ser feliz es ser humano en el
más pleno sentido de la palabra. Epicuro, por el contrario, se pregunta qué es lo que mueve a los
humanos a obrar, porque la felicidad consistirá en conseguirlo, y esa cosa es el placer.
El eudemonismo es un concepto filosófico de origen griego compuesto de lo bueno y la divinidad
menor, que recoge esencialmente diversas teorías éticas
Hedonismo, doctrina ética que identifica el bien con el placer, especialmente con el placer
sensorial e inmediato.
Según Aristoteles:
Aristóteles sostiene que todos los hombres están de acuerdo en llamar felicidad a la
unidad presupuesta de los fines humanos, el bien supremo, el fin último, pero que es
difícil definirla y describirla.
Goce un problema del Ser: El Goce desde la edad media se visto relacionado a una apreación meramente sexual, sin embargo esta se ha convertido en un
problema especifico puesta esta apreación se ha visto relacionada con la utilidad. Es decir hay situaciones externas que contribuyen a que los seres humanos
reciban cargas energeticas, pero no todo esta relacionado con el cumplimiento del goce. Esta sensación también es algo que se puede sentir de manera
colectiva.
El placer es vista como una practica coductual del ser humano la cual esta relacionada con la
actividad sexual, donde muchas veces dichas practicas son inherentes al ser humano, sin
embargo son procesos que deben orientarse con responsabilidad.
Según Tordjman (1985) las experiencias de placer y desagrado son núcleos alrededor de los cuales se forma
nuestra personalidad, es en base a esto que podemos explicar la importancia del placer ya que a partir de esta
visión individual sobre el mundo, la persona podrá desenvolverse con su entorno