Se reconoce que es imposible tratar de definir exacta y
absolutamente a la persona, pero esto no quiere decir
que no se pueda realizar un trabajo sistemático para
destacar sus rasgos esenciales.
“La persona es un ser digno en sí mismo pero necesita entregarse a los demás para lograr su
perfección, es dinámico y activo, capaz de transformar el mundo y de alcanzar la verdad, es
espiritual y corporal, poseedor de una libertad que le permite auto determinarse y decidir en
parte no sólo su futuro sino su modo de ser, está enraizado en el mundo de la afectividad y
es portador y está destinado a un fin trascendente” (Mollinedo de Boy).
La estructura de la persona
Debemos entender a la persona por su
gobalidad, es decir integrada por el conjunto
de las dimensiones que la conforman.
Tomando en cuenta dos principios
fundamentales:
1. Estas cualidades o capacidades no son posibles de
ubicar en un lugar determinado de la persona y son
autónomas e independientes.
Burgos va a plantear que la estructura de la persona es posible entenderla mejor, si se
considera la interrelación que se produce entre las dimensiones: corpórea, psíquica y
espiritual con la afectiva, cognitiva y dinámica. Considerando siempre que ninguna de ellas
agota a la persona, ya que esta no es la suma de sus partes y además existen otros
factores que la enriquecen, tales como su cultura, su historia personal, su ambiente, etc.
El diagrama de la persona
Burgos realiza un diagrama de la persona, En él se busca describir los
elementos esenciales que caracterizan al ser personal pero el
diagrama no pretende exhaustividad ni busca un rigor formal, ya que
sólo toma sentido pleno en el contexto de la filosofía personalista.
Lo que hay que destacar principalmente es que en este diagrama no existen
dualismos de ningún tipo. La estructura cuerpo- mente-espíritu, se ve
enriquecida por la dimensión afectiva (capacidad de amar o el corazón), la cual
es situada en lo más representativo de lo que se puede reconocer como
“específicamente humano”.
Se busca que se puede entender la complejidad del misterio de la persona humana, que
no se agota en una sola dimensión, sino que posee muchas más, que deben ser
respetadas y comprendidas, para entender mejor la riqueza de nuestra naturaleza y de
nuestro ser de personas humanas.