Se tiene cierta idea de los salarios: un trabajador recibía mensualmente
en promedio cuatro medidas, equivalentes a 380 litros de trigo y una
medida y media de cebada
ROMA
En el mundo romano del trabajo, el ejercicio de las actividades
laborales dependía directamente del estatus personal del
trabajador
La jornada romana de trabajo era el día solar de 12 horas, con la
particularidad de que no se concebía su fragmentacion.
Los esclavos solían trabajar 15 horas diarias, repartidas entre el trabajo industrial o
agrícola, y el servicio doméstico. Durante el verano, la jornada se prolongaba
generalmente por dos horas más
Salario, que procede del latín salarĭum, es la denominación que se otorga a
la remuneración periódica que recibe una persona como contraprestación
de un trabajo realizado.
EDAD ANTIGUA
EDAD MEDIA
El rey Juan de Francia en 1351 fijó el salario de los trabajadores en
su casa en 12 denarios al día, y en seis si se les daba alimento; las
sirvientas cobraban 30 sueldos anuales.
En Inglaterra se dictaron ordenanzas en 1349 y 1350, en las cuales se
amenazaba con prisión al que pidiera un salario más elevado del que
recibía desde hacía 20 años
Los salarios, que habían permanecido estáticos hasta 1350, aumentaron 4% en
un principio y así se mantuvieron hasta 1375; después registraron un aumento
del 14%, que estuvo vigente los siguientes 75 años.
Fue gracias a la intervención del tercer elemento que, en los 25 años
siguientes (1451-1475), se presentó una nueva alza de los salarios, que se
incrementaron 13% al mismo tiempo que aumentó la población.
EDAD MODERNA
REVOLUCION INDUSTRIAL
Para incrementar la rapidez en la producción, dividieron y subdividieron el trabajo,
haciendo que los obreros se especializaran cada vez más en operaciones simples y
sencillas. Sin embargo, aunque muy favorable para mejorar la rapidez, la división del
trabajo aumentó el número de operarios y, por consiguiente, los salarios a pagar
La máquina, al desplazar al hombre, creó el problema del desempleo; los
salarios pagados a los obreros se depreciaron por el exceso de oferta de trabajo.
Además, para pagar salarios más bajos.
El obrero, llevado a la exasperación, veía en la máquina a su primer competidor y enemigo, por
lo que desató su indignación contra ella. Las incesantes huelgas que ocurrieron a finales del
siglo xviii y comienzos del xix iban acompañadas comúnmente del incendio de las fábricas y de
la consiguiente destrucción de las máquinas