La clave para aumentar
la productividad
industrial era
concentrar las tareas
en un solo lugar. Al
centrarse en una o
unas pocas tareas, cada
obrero podrá
concentrar sus energías
y conseguir mejores
resultados.
La mayor velocidad y el menor
coste de las comunicaciones
intercontinentales permitieron
a las empresas y centros de
producción dispersos
coordinar mejor sus
actividades, lo que dio lugar a
la división del proceso de
fabricación y a su
fragmentación internacional.
La fábrica integrada, que ha
sido el paradigma
dominante desde el siglo
XIX, ha sido sustituida por
una red de especialistas que
se especializan en etapas
específicas de la producción
o los servicios.
Las distintas etapas que deben
cumplirse para obtener productos
acabados pueden agruparse bajo la
idea de "cadena de valor", término
que engloba toda la cadena de
actividades de producción, desde la
concepción del producto hasta su
fabricación y distribución.
Cuando la oferta satisface
la demanda
El proceso de las industrias "no fabriles" comenzó
en los mercados especializados; las empresas
intentaron por todos los medios capitalizar su
ventaja comparativa en términos de marca y
marketing, externalizando la producción primero
en su propio país y luego, cada vez más, en otros
países.
Las cadenas de suministro basadas en la demanda no se limitan a las
empresas en las que la marca es una prioridad absoluta. Se encuentran en
la mayoría de las pequeñas empresas.
Las principales empresas de propiedad minoritaria de
Estados Unidos y la Unión Europea (UE) actúan como
gestoras de cadenas de valor a gran escala, decidiendo la
gama de precios y la calidad de los productos que deben
producir. Organizan las cadenas de proveedores
internacionales, estableciendo las normas de producción,
los plazos de entrega y los costes.
El desarrollo de la especialización vertical
en Asia y la concentración regional de las
tareas
Cuando se trata de invertir en Asia, las
empresas multinacionales tienen dos
objetivos distintos en mente. Algunas
responden a la lógica del comercio de
tareas y a la fragmentación geográfica
dividiendo la producción en una cadena
de suministro global (especialización
vertical).
Otros crean el mismo tipo de bienes que en su país de origen para
entrar en el mercado asiático utilizando la estrategia de "producir
donde se vende" (diversificación horizontal de la producción). El
sector de la electrónica de consumo se asemeja más al modelo de
especialización vertical, en el que las grandes empresas que
venden productos de marca en los mercados finales confían los
principales componentes a muchos proveedores y los hacen
ensamblar en un tercer país a bajo coste.
Cuando empezaron a aumentar las entradas de hogareño en los
países asiáticos en desarrollo, también realizaron inversiones directas
en el extranjero para la diversificación horizontal. En 2001, sólo el
40% de la producción de las empresas japonesas en Asia se destinaba
a los consumidores locales. Actualmente, esta proporción es del 62%,
y está aumentando a medida que las industrias asiáticas de bajo
coste establecen un mercado nacional y la correspondiente
capacidad de consumo.