Origen de la pobreza y exclusión social. La pobreza es el primer y más
importante factor que lleva a un niño o adolescente a involucrarse en el
crimen organizado; la marginación, la exclusión social y la falta de
oportunidades educativas, que afectan a cientos de miles de niños, son el
caldo de cultivo de las futuras generaciones de delincuentes. La pobreza
es una de las causas estructurales de la violencia en el país.
Familias disfuncionales. La familia es el primer lugar donde se
socializa un individuo; es a través de la familia que una persona se
convierte en un "ser social" y aprende las normas sociales; esta
influencia durará el resto de la vida de la persona. Cuando los
lazos que unen a una familia se debilitan, y en muchos casos se
"rompen", los miembros más vulnerables (niños, adolescentes y
jóvenes) se ven expuestos a situaciones como la violencia
intrafamiliar y el abandono, que pueden conducir a un
comportamiento antisocial.
La cultura de la ilegalidad. En Cali, donde la tasa de desempleo ha
sido alta, alcanzando el 11,6 y el 11,2 por ciento en 2013 y 2014,
respectivamente (Dane, 2014), y donde los pocos empleos
disponibles requieren un alto nivel de formación académica y
pagan bajos salarios, miles de jóvenes han quedado fuera del
sistema educativo, ya sea porque no pudieron ingresar a él o
porque desertaron por razones económicas.
Incursión y práctica de la actividad delincuencial. En los casos de
homicidio, existe un historial de actividad delictiva. Debido a su
inexperiencia y falta de confianza, al principio cometen delitos
menores; a medida que avanza su edad, adquieren la destreza
suficiente para llevar a cabo acciones más complejas, y amplían sus
redes de contacto en los medios ilegales, lo que les conecta con otros
grupos en los que participan y actúan conjuntamente.