Al salir, evidenciaron que era otra clase de lluvia, esta era negra y arenosa. Los rumores desde hace algún tiempo sobre una posible erupción del Volcán Nevado del Ruiz los embargó, así que Juan Carlos y unos pocos familiares (muchos provenientes de Bogotá), intentaron salir del pueblo en un automóvil. Juan Carlos recuerda que al momento de cerrar la puerta de la casa, la energía se fue porque a cinco kilómetros la estación de energía había sido arrasada y era parte ya de una gran masa de lodo. La casa paterna de Juan Carlos estaba ubicada en la calle 18 con carrera 14, cerca al hospital de Armero. La idea era llegar lo más pronto posible a Guayabal para salvarse de la ceniza. Aún no dimensionaban la catástrofe que la naturaleza estaba fraguando. Al salir a la avenida principal, se formó una especie de caravana. Adelante iba un camión plataforma, donde algunos sobrevivientes trataban de escapar, madres angustiadas lanzaban a sus hijos a este automotor que había sido bautizado como La Machaca.
El carro donde iba Juan Carlos estaba detrás de éste y de otro vehículo conducido por Marcos Abril. La oscuridad y el desespero de más de 30 mil armeritas hizo que algunos carros pasaran sobre cadáveres arrastrados y personas malheridas.
De pronto, la poca luz de la luna que se colaba entre la ceniza, mostró una de las tantas escenas macabras que tuvo que vivir esa noche Juan Carlos: La Machaca, junto con los niños y algunos sobrevivientes desapareció de su vista. Una bocanada de lodo la arrastró. El carro tuvo que devolverse. Ya no había camino. El único lugar seguro era el parque conocido como El Mercadito; allí, en el único claro, dónde no llegó el lodo debido a que el mayor impacto lo resistió el estadio que bifurcó la avalancha, quedaron junto con las madres que intentaron salvar a sus hijos lanzándolos a La Machaca.
Esa noche en los barrios Chicó, 20 de Julio, El Mango, entre otros, quedó la familia de Juan Carlos, la tía Dolly, el tío Eduardo y Gildardo con su esposa �Toña� Vera, James, Óscar, junto con otros 60 parientes maternos y paternos.
Rubrica: : Esa noche, la familia Serrato Silva, que se había reunido en Armero para dar el último adiós a su madre y abuela María Helena Silva de Serrato, se fueron a descansar temprano. El cansancio del velorio, el entierro y la tristeza en su alma los dejó casi rendidos. Al cabo de unos minutos, una de las hermanas de Juan Carlos Serrato dijo: "está lloviendo". Pero la sorpresa fue mayor.
Historia de la familia Serrato Silva