TEST DE CATA
Fase visual
Tras descorchar el vino, se procede a oler el corcho. Esto nos puede dar muchas pistas acerca del estado del vino que vamos a probar. Se coge la copa, siempre por el tallo o la base, y se inclina la copa unos 45º sobre un fondo blanco, el propio mantel o una servilleta por ejemplo, para observar el color, el brillo y la limpieza del vino. Si podemos ver a través del vino podremos decir que es de capa baja. Si, en cambio, es complicado ver lo que hay detrás de la copa, diremos que es de capa alta. Por otro lado, el color del vino nos dará una idea de la edad del vino; si es brillante y color cereza, será joven; si es granate seguramente esté más envejecido con crianza.
Fase olfativa
En esta fase, se procede a oler el vino acercando la copa a la nariz para apreciar los olores primarios, propios de la variedad de uva. Después, se mueve la copa y se huele nuevamente para inhalar los secundarios, los que resultan tras la fermentación.
Por último, se procede a una tercera agitación para poder distinguir los aromas terciarios, los bouquet, aquellos que se desarrollan durante la crianza del vino.
Fase gustativa.
Finalmente, probamos el vino con un pequeño sorbo. El ataque es esta primera impresión que recibimos al degustar el vino, el cual debemos pasar de un lado a otro de la lengua si queremos apreciar los cuatro sabores básicos. Si un vino consigue un perfecto equilibrio entre los cuatro, podemos decir que es un vino redondo.
Tras este paso, se procede a determinar la textura (suavidad, untuosidad, astringencia, rugosidad…), así como la vía retronasal, que hace referencia a la sensación que nos deja el vino pasados unos minutos en la nariz.
Es importante saber que el vino no debe tragarse, de modo que el alcohol no pase a la sangre y así evitar que el catador se embriague.
Por último se indicará qué final ha dejado el vino, tanto a nivel sensorial (final agradable, ácido…) como haciendo referencia a la duración (largo si dura entre nueve y doce segundos, corto si dura menos de dos segundos).