HABILIDADES PARA EL MANEJO DE CONFLICTOS
1.Debes ser capaz de reconocer y responder a las cosas que importan a la otra persona, en vez de obcecarte en no reconocer y no responder a las cosas que le importan.
2.Reacciona con calma y de forma respetuosa, sin estar a la defensiva en vez de reaccionar de forma explosiva y mostrándote enfadado, resentido y con actitud hiriente.
3.Muéstrate dispuesto a perdonar y olvidar para dejar atrás el conflicto sin resentimientos en vez de mostrarle al otro que no te importa y rechazarlo,
haciéndolo sentir aislado y humillado y provocando que incluso sienta miedo a ser abandonado.
4.Intenta ponerte en el lugar del otro y busca el compromiso para que él haga lo mismo contigo, evitando el castigo y maltrato verbal, en vez de empeñarte en que se imponga tu criterio frente al del otro.
5.Enfréntate al conflicto, en vez de evitarlo por temor a obtener malos resultados
1. Cree y mantenga un vínculo, incluso
con su “adversario”
La clave para desarticular un conflicto
radica en establecer un vínculo —o
restablecerlo si se ha deteriorado— con la
otra parte. Para ello no es necesario que
ese individuo nos agrade; lo único que
hace falta es un objetivo en común. Trate
a la persona como a un amigo, y base la
relación en el respeto mutuo y la
cooperación. Los líderes deben aprender
a diferenciar entre la persona y el
problema, y evitar las reacciones
negativas a los ataques o las emociones
intensas.
2. Entable un diálogo y negocie
Es importante no apartar la
conversación del tema en
cuestión, mantenerse concentrado
en un resultado positivo y ser
consciente de la meta común. No
se muestre hostil ni agresivo. La
etapa siguiente es la negociación,
en la que además de dialogar se
“regatea”. El diálogo y la
negociación producen
transacciones genuinas y
productivas para ambas partes.
3. “Ponga el pescado sobre la mesa”
Esta expresión significa plantear una
cuestión difícil sin hostilidad. La frase
proviene de Sicilia, donde los pescadores,
que mantienen vínculos muy fuertes,
exponen su sangriento botín del día
sobre una gran mesa, para limpiarlo en
conjunto. Si usted deja pescado “bajo la
mesa”, empieza a pudrirse y a oler mal.
En cambio, una vez que plantea el
problema, puede empezar a aclarar el
enredo. Sea directo pero respetuoso, y
hable en el momento oportuno.
4. Comprenda la causa del conflicto
Entre las raíces de una discrepancia se
encuentran las diferencias en materia de
objetivos, intereses o valores. También
podrían influir percepciones opuestas de
un problema. “Se trata del control de
calidad” y “Lo que falla es la producción”,
y hasta estilos de comunicación distintos.
El poder, la rivalidad, la inseguridad, la
resistencia al cambio y la confusión de
roles son otros motivos de desacuerdo. Es
crucial determinar si un conflicto guarda
relación con intereses o necesidades. Los
intereses son más transitorios y
superficiales, como la posesión de tierras,
el dinero o un empleo; las necesidades
son más básicas y difíciles de negociar:
identidad, seguridad y respeto, por
nombrar algunas. Muchos conflictos
parecen obedecer a intereses, cuando en
realidad son producto de necesidades.
5. Aplique la ley de la reciprocidad
La reciprocidad es la base de la
cooperación y la colaboración. En
general, lo que uno da es lo que
recibe. Recientemente, varios
investigadores han descubierto
“neuronas espejo” en el cerebro, lo
cual indica que nuestro sistema
límbico (cerebro emocional), donde se
encuentra la empatía, recrea en
nosotros la experiencia de las
intenciones y las emociones del otro.
El intercambio y la adaptación interna
permiten que dos individuos sean
capaces de identificarse con los
estados interiores del otro. En
consecuencia, ambos podrán hacer las
concesiones necesarias en el
momento debido.
6. Construya una relación positiva
Una vez establecido un vínculo, nutra la relación y siga tras el logro
de sus objetivos. Trate de equilibrar la razón y la emoción, porque
emociones como el miedo, el enojo, la frustración pueden
desbaratar acciones bien planeadas. Entienda el punto de vista de
la otra persona, lo comparta o no. Cuanto más efectiva sea la
manera en que comunique sus diferencias y los puntos de
concordancia, mejor comprenderá las preocupaciones del otro, y
así mejorará sus probabilidades de alcanzar un acuerdo aceptable
para ambas partes. Los vínculos más fuertes se basan en lo que el
psicólogo Carl Rogers denominó “consideración positiva
incondicional”. Sentirse aceptados, dignos y valorados son
necesidades psicológicas básicas. Y, como demuestran los procesos
de negociación para liberar rehenes, es más productivo persuadir
que coaccionar.